El panfleto es un género literario que es considerado menor debido a su servidumbre política. Sin embargo, hay quienes han hecho de este una verdadera obra de arte. Baste recordar el valor literario del panfleto más celebrado de la historia, el Manifiesto comunista de Marx y Engels, o el polémico escrito antisemita Bagatelles pour un massacre de Louis-Ferdinand Céline. Paul-Louis Courier (1772-1825), nos dice Asael Soriano, dedicó su vida al cultivo suculento del vino y los panfletos, en estos defendía el derecho a que la gente se gobierne sola y denunciaba cualquier forma de adoctrinamiento. Stendhal llegó a decir de Courier que era “el hombre más inteligente vivo en Francia”.

La poeta jordana Rasha Awale nos presenta una visión de la muerte desde un humor ácido y demoledor, que sin embargo está impregnado por una conciencia muy honda del devenir humano y su inevitable patetismo. Una invitación a morirse “bien”, sin los molestos protocolos del dramatismo, la lástima o la autocomplacencia: “No dejes ninguna nota. /Tu letra no se entiende/ y no hay nada peor que una nota suicida confusa… No quieres hacer sufrir a nadie./ Ya es suficiente con que te vayas pronto”. Al final, se trata de una advertencia de la imperiosa necesidad de recuperar, en el último instante, la dignidad que no se tuvo a lo largo de una vida de miseria humana: “No te pintes / Ya bastantes máscaras usaste/ Lo que buscas es una muerte honesta…”. La excelente traducción es de Agustín Cadena.

En un bello ensayo, Pável Granados se sumerge en los grandes temas que componen la obra de José Emilio Pacheco: la memoria, la vida como un constante aprendizaje, la tristeza como un sentimiento “que pasa y se va a reunir con todas las aguas”, y la nostalgia, “ese volver a pasar el tiempo entre las manos”. Al mismo tiempo, es un repaso por el pensamiento de Pacheco, su labor crítica, sus ideas políticas afines al anticolonialismo, y sus ideas literarias, “ese deseo de dialogar constantemente con la tradición”.

“Antes de la colmena” es un alucinante relato lleno de imágenes y reflexiones inquietantes, que muestran una mente obsesionada por los límites y las posibilidades de pensar y percibir la realidad de una forma extrema; una prosa ácida que lo pone todo en cuestionamiento: los sistemas económicos, políticos e ideológicos; la tiranía de lo cotidiano y las convenciones, la forma de armar las nociones básicas con que habitamos la realidad. Una hiperconciencia que nos hace pensar sobre el papel del ser humano en un mundo “demasiado hecho”, y una defensa de la imaginación y de las potencias creativas frente al deterioro de la vida. Es también, mediante las aventuras de Eddie Hazel y su banda de inadaptados, un relato de la locura y las infinitas posibilidades que esta ofrece… Y en medio de esta espiral de destrucción, la música es lo único que todo lo reivindica.

Una mujer llega a su casa y encuentra a su pequeña hija decapitada; el cuerpo yace en un charco de sangre junto a un oso de peluche. Al parecer, un hombre la ha asesinado sin motivo alguno. Haciendo alarde de una notable habilidad narrativa, Samuel Segura relata un episodio atroz, que es un eco de lo que se vive a diario en un país marcado por el feminicidio y las escenas más brutales producto de la violencia.

A partir del caso de Diana Angélica Castañeda, una joven de 14 años que fue asesinada y cuyos restos fueron encontrados en el Río de los Remedios, Ingrid Solana hace una reflexión sobre la impunidad y la indiferencia que se vive ante la realidad terrible de los feminicidios que a diario se cometen en México. Al mismo tiempo, se trata de un relato poético sobre la ausencia y la pérdida de un ser querido, y la poderosa simbología que rodea el mundo de las osamentas, único registro que conserva una identidad y una forma de vida extinta: “Los dientes iluminan y nos sobreviven: por ellos los cadáveres conservan una linterna que resiste a los gusanos”. La muerte como un río que se resiste al olvido, pero también como una presencia que exige reconocimiento: “La muerte es la muerte entera, efigie sin rostro en todo rostro, en todo lo que nutre la tierra y su desierto”.

Roger Gilbert-Lecomte, poeta francés perteneciente al grupo artístico Le Grand Jeu, es una de las conciencias estéticas más radicales de las vanguardias europeas, y a la vez, un hombre con una vida extrema. Radiólogo, heroinómano, experimentó con diversos venenos con el propósito de perseguir la experiencia de la transformación, la búsqueda de la otredad por medio de la disolución. Gilbert-Lecomte es sin duda un místico moderno que llevó a sus extremos “el vértigo como una herramienta” de confrontar la realidad y hacerla estallar. La de Lecomte es una escritura como “luz incontrolada” e “inquietud quemante”, palabras concebidas más que para significar, para “despertar visiones”, nos dice Asael Soriano en un brillante ensayo.

Guillermo Fadanelli y Gabriela Jauregui reflexionan acerca de un tema complejo y siempre polémico: la relación entre los escritores y la política. A partir de esta base Fadanelli y Jauregui hablan de diversos temas como el “compromiso” del escritor con su momento histórico, la manera en que cada escritor se apropia de la realidad y la recrea, y la importancia del pensamiento crítico en la apreciación del espacio político, la literatura y la cultura en general. Los límites de la creación personal y la esfera pública son pensados aquí como parte de un ejercicio donde ambos narradores hablan de su quehacer artístico.

Laura Méndez Lefort, poeta notable, fue también una defensora de la autonomía de la mujer en el contexto de la sociedad conservadora mexicana del porfiriato. En el presente ensayo, Roxana Sámano reivindica el pensamiento de una de las figuras literarias más interesantes de principios del siglo XX, en cuya obra impregnada por la obsesión del amor y la muerte, la sensibilidad femenina adquiere una fuerza pocas veces vista. Méndez Lefort deja una voluminosa producción que abarca la poesía, la narrativa y el periodismo, pero también es recordada por sus aportes en el terreno pedagógico; como profesora, redactó manuales para niñas donde critica los métodos tradicionales de enseñanza y fomenta la libertad de pensamiento.

El presente ensayo de Agustín Cadena es una lúcida valoración de la obra de José Revueltas a partir de su fundamento estético: el realismo materialista-dialéctico. Cadena relata el impacto que causó en el narrador mexicano su viaje a Budapest en 1957 (donde acababa de acontecer un movimiento revolucionario en contra del gobierno y de las políticas de la URSS) y la defensa que hizo entonces de la libertad de expresión y la libertad creativa (“Carta de Budapest”) en un ambiente de censura impuesto por el régimen estalinista a los países de Europa. “José Revueltas, el intelectual, el militante… era por encima de todo un artista”.

Un grito de rebeldía, un puñetazo en lugar de flores, una negación del estado presente de las cosas como una búsqueda de otro mundo menos vil, el punk es una forma de acabar con todo para comenzar de nuevo, nos dice César Oliveros en el presente ensayo. Un acto suicida, golpe seco en el centro mismo de las ideas y los hábitos como un camino hacia “otro” hombre nuevo, libre, rebelde, con la determinación suficiente para acabar incluso consigo mismo.

“Del suicidio” es un lúcido ensayo donde Pável Granados reflexiona acerca de ese “derecho de la conciencia” para decidir si vale la pena seguir viviendo. Desde un enfoque íntimo, Granados expone la visión histórica que se ha tenido sobre el suicidio, sus múltiples y complejos significados, y hace un paseo por algunos casos célebres en la literatura moderna, desde Gérard de Nerval, Mariano José de Larra, Manuel Acuña y Horacio Quiroga.