Borges por José Emilio Pacheco

"Jorge Luis Borges", José Emilio Pacheco, ediciones Era.

Por Pável Granados

 

Jorge Luis Borges, de José Emilio Pacheco

 

Nuevamente, a recaer en Borges… Pero está bien, es ya una costumbre mía para hacerme a la idea de que vivo entre las apretadas páginas de un libro. O para justificar ante mí mismo la no tan libre decisión de escribir casi absolutamente sobre libros. Como si tuvieran algo de vida pegada a sus páginas, aunque lo que encuentro es sólo una imitación. Aire, palabras, humo… que pretenden caminar, actuar la vida. Son palabras, y yo las he confundido con un rostro, hasta he creído tener una compañía, cuando no son más que aire. Y siendo aire, uno las prefiere. En los recuerdos, ocupan tanto espacio como cualquier persona real. Dije que vivo en las páginas de un libro cuando en realidad es en un laberinto. Bueno, ciertamente todo aquello que vemos es parte de un laberinto, ya que incluso el Universo no sería otra cosa que la manifestación de un laberinto. Este libro está formado con las conferencias que José Emilio Pacheco (1939-2014) dio sobre Borges en 1999. Básicamente, vaga por el laberinto que fue Borges: especula en torno a las circunstancias que dieron como resultado una literatura que llamamos “Borges”. Y fundamentalmente, visita todas aquellas cosas del pasado que nos interesan porque dieron como resultado la obra de este autor argentino, pues curiosamente de otro modo no nos importarían. Esa admiración nos da la oportunidad de llamar “borgiano” a algo que fue concebido siglos antes del nacimiento del hombre que lo inspiró. Lo cual es, también, un fenómeno borgiano. Imponer a las obras una cualidad que ellas no sabían que poseían, algo las hace volver a andar y ser admiradas por algo que ellas ignoran. Es decir, el futuro modificando al pasado. En fin, tanto andar por entre un laberinto para salirme de él, ya que lo que quiero decir de este libro tiene muy poco que ver con Borges. En esta ocasión tiene que ver más con Pacheco, el autor que elige minucias aparentes para confeccionar sentidos más amplios. Por ejemplo, dice en la página 29, refiriéndose a la Edad Media: “Para hacer un solo libro en pergamino era preciso matar trescientas reses. Algo tan increíblemente caro debía reservarse para la religión y el latín”. Lo inesperado tiene consecuencias sobre aquello que creemos conocer. Ocurre lo mismo con algunas palabras del vocabulario que tienen que ver con Borges. Recuerdo que a él le gustaba particularmente una estrofa del Martín Fierro, porque en sólo unos versos, José Hernández construía un personaje inolvidable: “Había un gringuito cautivo / que siempre hablaba del barco / y lo augaron en un charco / por causante de la peste. / Tenía los ojos celestes / como potrillito zarco.” Los “gringos” eran la mano de obra europea que sobraba en sus países de origen y que Argentina requería para trabajar en la agricultura y en la naciente industria. En Argentina y en México se dice que “gringo” proviene de la canción que cantaban los extranjeros: “Green grow the grass”. Sin embargo, ya que se ha documentado la palabra en Europa desde el siglo XVIII, se piensa que en realidad proviene de “griego”, es decir: “ininteligible”. Pero dado que los griegos inventaron la palabra “bárbaro” para denotar el balbuceo de los pueblos extranjeros, “bárbaro” y “gringo” serían términos complementarios, palabras mutuamente incomprensivas. Ambas significarían: el otro, el desconocido. “Los ‘gringos’ (dice José Emilio) desplazaron a los gauchos y encontraron un ambiente hostil entre la misma oligarquía criolla que los había invitado a trasladarse a la Argentina”. Pero viene entonces el pasaje inesperado de su libro: “Asombra comprobar que ‘gaucho’ es una deformación de la palabra aimara ‘guacho’: el pobre, el desvalido y por extensión el bastardo. De ‘guacho’ se origina en el Perú ‘huachafo’ y en México ‘huach’, ‘huacho’, ‘huachinango’ y finalmente ‘chilango’. Hay que explorar la ‘historia de los ecos de un nombre’, la ingrata y vasta resonancia de una sola palabra: el guacho, el gaucho, el huacho, el poblador rabioso y desamparado del margen y las orillas. Es decir, todos nosotros, los no invitados al banquete de la civilización.” Chilango: el inesperado sinónimo de gaucho. Finalmente, este texto ha resultado ser también un laberinto. Pero como aquí llega a su fin, quien haya llegado hasta este punto, puede seguir por su camino.

 

José Emilio Pacheco. Jorge Luis Borges (1999). México, ERA-El Colegio Nacional-Universidad Autónoma de Sinaloa, 2019.

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Pável Granados

 

Pável Granados es ensayista, curador y musicólogo. Actualmente es director de la Fonoteca Nacional de México.