La fotografía y la metafísica

Nicola Lorusso. Tríptico.

Diálogo con el fotógrafo Nicola Lorusso

 

Por Amira Baltézar

 

Anécdota de los inicios, o una idealización de la vida

Tenía 15 años, se trató de un “amor a primera vista” provocado por las impresiones de un amigo, de una competencia de motocross. Instantes espectaculares hechos por manos de un conocido; no eran páginas de una revista o un olimpo lejano, eran imágenes que me parecieron totalmente a mi alcance, tuvieron el efecto de una fulguración. Empecé con la cámara prestada de mi padre y ahorré cada centavo, trabajando todo el verano para comprarme una pequeña ampliadora con las charolas y los químicos. Recuerdo que tenía miedo de revelar los rollos, prefería llevarlos a una tienda, luego organicé un pequeño cuarto oscuro en el bajo techo del edificio donde vivía, todo era muy precario menos la pasión que llevaba adentro. Al poco tiempo, me volví el fotógrafo oficial de los viajes gitanos que hacía con mis amigos. Diría que la fotografía empezó como una compañera de viaje, una bitácora y una idealización de la vida misma que me acompañó en mi juventud y por varios años a seguir. En principio quería ser foto reportero como los de Magnum, pero mis inquietudes me llevaron en contacto con algunos pintores que me enseñaron otras cosas. De pronto mi observación del mundo se volvió pausada, contemplativa y mis exigencias narrativas se mudaron hacia una lectura mas analítica y lenta.

Persistencias y fragmentos, o del espacio y el tiempo en la experiencia fotográfica

Son, sin duda, elementos fundamentales para expresar el propio punto de vista. El espacio fotografiado define la porción del mundo que me interesa en un determinado momento, define el acto fotográfico en sí con todo lo que implica: como factor sorpresa o maravilla, como respiro mismo del potencial comunicativo de un sujeto, concurre de manera directa a la toma de posición del fotógrafo. El tiempo define la persistencia del sujeto, su solidez, la posibilidad que tenemos de contemplar y aceptar como válido un determinado sujeto. Existe un tiempo de posa y un tiempo de diálogo, es decir, un tiempo de la percepción que te permite definir el peso simbólico y metafórico de una imagen.

 

Visión personal, de los límites entre lo documental y la ficción

Sí existe esta frontera y se ha vuelto más sutil aunque sigue siendo fundamental para entender la fotografía. Con la fotografía, me refiero a los trabajos de autor, hay una parte autorreferencial más o menos marcada, es decir, una narración que no puede deslindarse de una necesidad autobiográfica, naturalmente. Yo me considero un fotógrafo documental y no toco nada de los sujetos que elijo. En este sentido soy bastante puro y quiero resolver todo con el punto de vista, estudio los imprevistos como parte de la imagen, renuncio a la toma si de plano no puedo organizar de manera armónica y funcional los elementos adentro de mi encuadre. Conozco muchos fotógrafos que, viceversa, prefieren acomodar todo para alcanzar su resultado, le llaman “puesta en escena”, es una manera de trabajar opuesta a la mía. Yo necesito maravillarme, vivir un impacto con mis sujetos y “encontrar” mis ideas, no podría operar de otra forma. De todos modos, la espontaneidad parece haber perdido relevancia y ahora es tendencia difusa la de construir las imágenes. Me quedo con la idea que, el acto de tomar una imagen sin un artificio directo representa un valor agregado importante, esto debería ser valorizado pero es otro asunto.

 

La visión selectiva frente a la saturación del mundo de la imagen

Como dice Joan Fontcuberta, la mutación genética del ser humano ya tuvo efecto, nos hemos vuelto homus fotograficus. El consumo de las imágenes no es el mismo de antes y nuestras reacciones frente a ellas han cambiado. No obstante, la producción de imágenes de autor sigue siendo un acto de fe, una exploración permanente de la vida, una posibilidad irrenunciable de analizar las transformaciones de la sociedad. Como fotógrafos, me parece que debemos cultivar una actitud muy selectiva en nuestro trabajo y apostar a los diálogos interdisciplinarios con todas las artes. Yo sé que un espectador dedica al máximo unos segundos en la visión de una imagen en la red y eso no lo podemos cambiar, pero existen siempre espacios de aprendizaje humanístico donde el tiempo se dilata y la poesía sobrevive, yo le apuesto a esto.

 

La transmisión de sentido como un acto independiente de la técnica

Simplemente pienso en los límites de la fotografía como elementos constructivos, pienso en la imagen óptica por lo que es: un resultado sin una intervención directa de la mano humana en su instante (o periodo) de registro. Esto no ha cambiado a lo largo de toda la historia de la fotografía, incluso ahora que estamos en la época digital; es la parte conceptual de la fotografía que siempre sigue vigente. La misma manipulación, muy de moda en estos tiempos, que yo veo con prudencia, adquiere un sentido más expresivo cuando es explícita. En realidad depende de lo que te interesa decir, yo creo en la transmisión de sentido como eje central de un acto creativo fotográfico y esto no depende tanto de la técnica.

 

Full frame” y “Cerrado los lunes”, tentativas metafísicas

Son las series más recientes de mi producción. Cerrado los lunes se desarrolla en los museos capitalinos, es principalmente una exploración de los espacios dedicados al arte y al conocimiento. El museo ofrece un recorrido similar a una experiencia sensorial, es un lugar que pide un diálogo con el visitante, nos dispone a una lectura de las cosas, haciéndonos sentir dentro de una vitrina, donde nuestra perspectiva cambia y nuestro conocimiento se agita, es un espacio metafísico, mágico, donde experimentamos el gusto y la arquitectura.

Full frame es una serie que todavía no termino, son imágenes tomadas un poco por doquier y desvinculadas por una lectura morfológica. Corresponden a una medición del espacio, entendido como la distancia entre mí y las paredes que lo definen. Para un fotógrafo hay una suerte de romanticismo en el acto de disparar la cámara que le abre una intuición, que le transmite el sentido de una experiencia y que lo hace sentir con el motor de la atracción, encendido y relampagueante, en un punto exacto del espacio. La imagen se vuelve el instante de una lectura emocional, en el cual algo emerge de la mente para coincidir con lo que se ve. En este caso, es un mundo que no necesita que lo ajusten, lo toquen, lo corrijan; es un mundo medido en razón de la distancia y aceptado en cuanto tal, listo para ser grabado por una óptica y un encuadre; es mi mundo metafísico que se asemeja a un libro abierto en una página cualquiera.

 

Fotografía y sociedad, una relación ineludible

En la mayoría de los casos la imagen fotográfica tiene una relación con la sociedad. El problema es que le relegamos sólo al reportaje, un papel reconocido como tal y es un error. En realidad deberíamos extender y reconocer una función social a muchos mas ámbitos de la fotografía, así como los fotógrafos deberían ser más conscientes de su papel en el mundo de la comunicación. Es una cuestión muy amplia que tiene a que ver, por un lado con nuestra educación, y con como queremos interactuar como fotógrafos. Si pensamos los grandes trabajos que han marcado la historia de la fotografía, nos damos cuenta fácilmente que la relación con la sociedad es un pasaje obligado al análisis de estas imágenes. Si bien muchos autores desarrollan su trabajo de una forma ensimismada, yo estoy convencido que deberíamos siempre tener presente la responsabilidad que tenemos con la sociedad.

 

La fotografía en el panorama mexicano

¡La pregunta de mil puntos! México es una realidad cultural muy viva y variada, no pretendo conocerla toda, sin embargo, tengo la sensación de una gran confusión. Hay mucha oferta didáctica que yo veo poco estructurada, y que corresponde más a una escasez de trabajo disponible, donde los operadores y los fotógrafos se refugian, sin cuestionarse realmente sobre su efectiva capacidad para enseñar algo, esto genera experiencias limitadas y mucha ilusión destinada a evaporarse. También asistimos a muchos concursos cuya selección son una verdadera lotería y que, en la mayoría de los casos, alimentan las modas o la persistencia de estereotipos visivos más que una experimentación sana o una idea de calidad fotográfica. La critica, entendida como estímulo a la reflexión, es prácticamente ausente u obsoleta. Son muy pocas las personas que se aplican para elevar el debate entorno a la fotografía. En general, la preocupación que se percibe es alrededor de los egos y del manejo del poder.

Los museos exhiben fotografía, muchas veces importada, pero no tienen presupuesto para adquirirla y viven básicamente de donaciones que no conforman una idea de colección congruente con su misión, dejando afuera trabajos que deberían ser tomados en cuenta.

No obstante, creo que en México hay mucho talento obligado a operar de manera aislada y con fatiga. Pienso que el debate entorno a la fotografía requiere de un esfuerzo autocrítico importante para dar resultados que realmente puedan marcar la historia del arte en este país.

 

Nicola Lorusso
“Full Frame”, Milán, 2013.

 

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“Full Frame”, Ciudad de México, 2013.

 

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“Cerrado los lunes”, Museo Nacional de Antropología e Historia, Ciudad de México, 2014.

 

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“Cerrado los lunes”, Museo Nacional de Arte Moderno, Ciudad de México, 2015.

 

Nicola Lorusso
“Cerrado los lunes”, Museo Carrillo Gil, Ciudad de México, 2014.

 

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“Cerrado los lunes”, Museo Nacional de Antropología e Historia, Ciudad de México, 2015.

 

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“Cerrado los lunes”, Museo Jumex, Ciudad de México, 2015.

 

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“Cerrado los lunes”, Museo Rufino Tamayo, Ciudad de México, 2015.

 

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“Cerrado los lunes”, Museo Rufino Tamayo, Ciudad de México, 2015.

 

Nicola Lorusso
“Cerrado los lunes”, Museo Frida Kahlo, Ciudad de México, 2014.

 

Nicola Lorusso
“Full Frame”, Ciudad de México, 2014

 

Nicola Lorusso
“Cerrado los lunes”, Museo Jumex, Ciudad de México, 2014.

 

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Cerrado los lunes”, Museo de la Ciudad, Ciudad de México, 2015.

 

Nicola Lorusso
“Full Frame”, Ciudad de México, 2014.