Mediante imágenes finas casi hilvanadas por la niebla, la poesía de Marian García es el viaje a las aguas del nuevo mundo (el suyo propio) en busca de un constante renacimiento. El hastío por el tiempo perdido, el resurgimiento del ánimo sobre las aguas marítimas, son motivos para la poeta, quien prefiere contemplar cómo la oscuridad se deshilvana bajo su percepción poderosa. La “seria empresa” de la reconstrucción poética permite despojar la angustia de un espíritu permanentemente atento a las transfiguraciones de la realidad. En la poesía de Marian, el mundo y el desencanto son uno mismo. No obstante, el paisaje es la espera de algo nuevo, vital. El asombro y el abismo tejiendo un mismo instante. Al final, siempre a un paso de caer, queda el disfrute de la nada.