¿Qué permanece del escritor argentino Julio Cortázar además de su obra magnífica, siempre leída con el mismo placer? Queda la manera de hacer visibles las hebras de una realidad múltiple, el esfuerzo por rondar los límites y a menudo traspasarlos. El suyo fue uno de aquellos pensamientos que contribuyeron al gran rompimiento de los preceptos literarios imperantes en su tiempo, y al resquebrajamiento de la visión ordinaria, tal como suele ocurrir en los sueños, cuando vemos caer una lluvia de fuego y, al despertar, resulta que alrededor todo el paisaje está calcinado.

Eduardo Robles, cuando escribe, describe: muestra. Al recurrir a sus letras, me parece que eso que está ahí, eso que coloca en la página, existe en alguna parte del universo, lo cual me aterra y seduce por partes iguales: tiemblo ante la idea de que haya seres así, conviviendo de esa manera, y que no se atrevan a dar el siguiente paso a lo que sea que se halle en sus corazones.

Parejas incapaces de saber qué quieren, aplastados bajo el peso de la amenaza de una nueva vida que ha de unirlos para siempre de formas que ni siquiera sospechan; niños aterrados de volverse hombres, porque saben que rebasada esa frontera ya no habrá más realidades disfrazadas, sólo el aterrador aliento de la existencia misma. Los personajes que crea Eduardo Robles son apenas un esbozo de vida, un fragmento de aire sostenido por quién sabe qué fuerzas. El autor logra mostrarlos en toda su plenitud y, así, se repliega, se esconde detrás de sus narradores: el autor brilla por su ausencia, lo que no es cosa fácil de lograr.
Aldo Rosales

El uso corriente en México del término humanidades —entre académicos, docentes y funcionarios públicos— se encuentra determinado por discursos y acontecimientos que remiten a la instauración e historia durante el siglo XX de instituciones de educación superior y académicas de investigación. Desde la aparición de la Escuela Nacional de Altos Estudios en 1910 los esfuerzos de los humanistas mexicanos durante todo el siglo XX, y lo que va del XXI, se han dirigido a lograr mantener las condiciones institucionales para la producción y reproducción de su saber educativo y académico.
Francisco Barrón

Desconozco la edad de Juana (debe de rebasar los cincuenta), de dónde viene o a qué se dedica: nuestro único punto de comunión es el Taller de Creación Literaria del FARO Indios Verdes, a donde se presenta con asiduidad y, sin más rodeos, sin más preámbulos, lee lo que escribió durante la semana. Y como la vida misma, no todos sus textos son bellos o logran llegar al punto deseado, pero en el grueso de su producción hay vida, hay gente existiendo sin la consciencia de ello, rodeados de una oscuridad profunda en la que, a veces, sus voces brincan como una chispa de luz. Me pregunto cuánta será la oscuridad a la que Juana Ramírez se asoma para, después, hablarnos de ella en un par de oraciones lúgubres, dolorosas, tangibles.  
Aldo Rosales

El periplo ha sido largo para llegar a darnos cuenta que cuando decíamos y peleábamos por las humanidades en la educación mexicana usábamos una caracterización ambigua y un cliché.  Cuestión de la que son continuación y efecto los documentos oficiales. Así se nos ha vuelto evidente que es imperioso discutir sobre una caracterización adecuada de las humanidades en el sistema estatal educativo mexicano y sobre unas humanidades específicas para la EMS.
Francisco Barrón