El libro de Patrick Johansson, veinticinco años después de su aparición, sigue siendo valioso por dos razones. Primero: devuelve la complejidad, la riqueza y la integridad de la palabra náhuatl a su dimensión original. Nos hace conscientes de que el universo indígena, el sentido de su pensamiento religioso es más complejo que los esfuerzos del pensamiento moderno de estudiarlo a la manera de un manual de usos y costumbres. Segundo: el rigor con el que se observa el fenómeno de la oralidad náhuatl, nos habla de un respeto hacia la mística prehispánica y de los pueblos antiguos, que con el paso de los siglos han destruido el legado de sus culturas por hacerse visibles en el contexto de las civilizaciones modernas. Hartos de estar relegados en esa mística y ese hermetismo, los pueblos originarios de México han preferido volverse “más occidentales” por subsistencia. La búsqueda del sentido de la oralidad náhuatl original, es también la defensa de una cultura y de un tipo de conocimiento.