“Se dice que Onetti era un sujeto negado a cualquier tipo de empatía. Idea Vilariño ha dicho con resentimiento, que a pesar del profundo amor que sintió por él, nunca llegó a conocerlo, porque el novelista nunca mostró su rostro. “Ni siquiera en sus cartas es capaz de tocar al otro, de comunicarse, de hablar”. No obstante, en su lejanía, Juan Carlos Onetti llegó como pocos a los confines del espíritu humano. A sus pozos más hondos y sus periferias más desoladas”.
Leopoldo Lezama

“La mente funciona bien en ese aire enrarecido. Paso horas en la cafetería de la Facultad, discutiendo con mis compañeros. Hablamos de Ezra Pound y las posibilidades del verso proyectivo, de la desintegración del lenguaje en Céline, de Adorno y Benjamin y Arendt y Sontag. Traducimos, escribimos ensayos, publicamos reseñas, editamos revistas literarias, todo apasionadamente, fumando”.
Agustín Cadena

El presente relato de Rocío Cruz es una metáfora de la autoliberación y una exacerbación de las pasiones humanas. Por medio del viaje psicotrópico, se plantea la sanación epifánica del mundo interior, no sin rozar los límites de la locura y la muerte. En el fondo, está el tema del severo camino del autoconimiento y el esfuerzo monumental que debe realizar el espíritu por lograr una conexión absoluta con el mundo.