La concepción de la universidad como lugar del perfeccionamiento de lo humano determinará las discusiones sobre lo didáctico en las humanidades en México durante todo el siglo XX; se buscará institucionalmente cómo lograr la formación de esos determinados sabios y no otros. Si se buscaba poner en funcionamiento unas instituciones académicas donde se produjera cierta figura y cierto tipo determinado de humanista adecuado para el país, entonces para lograrlo habría que determinar los procesos formativos y didácticos, institucionales. Esa pesquisa se llevó a cabo como una discusión sobre la didáctica de la filosofía entre los filósofos académicos mexicanos. En esa pesquisa quedó enganchada la concepción del bachillerato universitario y de la EMS y la conceptualización de la didáctica para las humanidades del nivel. Comienza desde los años veinte, pero tiene su acmé entre los años sesenta hasta finales de los años ochenta y principios de los noventa del siglo XX. Autores que participan en la discusión fueron: José Vasconcelos, Antonio Caso, Francisco Larroyo, Fernando Salmerón, Vicente Lombardo Toledano, Graciela Hierro, Adolfo Sánchez Vázquez, Luis Villoro, José Gaos, Eduardo Nicol, José Ignacio Palencia, entre otros.
Francisco Barrón

Quien haya paseado sobre las vías del tren me entenderá. Si se camina sobre los durmientes de madera, de los que cada vez hay menos, se adquiere, inconscientemente, un trote de corte  yámbico; si se camina por los modernos, los que están hechos de concreto, el ritmo aumenta, hay una taquicardia en los pasos; las vías son una orden, implícita, de tener cierto ritmo y dirección en el paseo. Una vez que nos separamos de las vías, el paseo recobra un poco de la soltura que perdió al ir sobre éstas. A pesar de que el cuerpo del paseo es flexible (es agua, que adquiere la forma del recipiente que la contiene, o en todo caso es aire, que cambia de dirección y tono sin previo aviso) corre el riesgo de romperse, y ser, de pronto, algo más. Pero estas vías, las físicas, a veces corren paralelas a las otras vías presentes en el paseo: aquellas por donde corre, libre, el tren de pensamiento, cuyo combustible son los pasos.
Aldo Rosales