Sonidos Basuritas es un proyecto de sonidos de la Ciudad de México, que han sido rescatados de morir en el olvido, gestado durante el encierro que no acaba. Una percusión, un sintetizador, cualquier generador de ruido o grabaciones de campo, fueron el pretexto para crear 25 sonidos basuritas, materializados en el álbum: “Baja fidelidad”. Piezas como “Bikina conoce el amor”, “Androide y su colección de celuloide”, “Danza azteca con Barman y Droguin”, “Obesidad policiaca (puerco come puerco)” y “Patriotas, idiotas, babotas”, cuentan historias retorcidas, cómicas, obscenas y “feítas”. Todas estas grabaciones se escuchan con nostalgia y familiaridad, saben a calle y, sobre todo, a tianguis.

Alguna ocasión William Faulkner dijo con fría certeza que Thomas Wolfe era “el mejor fracaso de la literatura norteamericana”, quizás porque este autor monumental había sido menos apreciado que narradores contemporáneos como John Dos Passos, Ernest Hemingway y Francis Scott Fitzgerald. No obstante, Faulkner también fue atinado cuando dijo que Wolfe es el mejor escritor de esa brillante generación. ¿Por qué un prosista extraordinario de la talla de Thomas Wolfe se aprecia casi ochenta años después de su muerte? Acaso porque no alcanzó a afianzar su posteridad debido a su temprana muerte en 1938 a los treinta y siete años, o porque su obra, desmesurada y experimental (que le valió la crítica de sus colegas y editores) tardó en encontrar a sus lectores. Por tal motivo, es estimulante ver traducidos al castellano los cuentos de uno de los maestros de la narrativa contemporánea (su reconocimiento en nuestro idioma no ha sido siquiera cercano a lo que merece). Se trata de un voluminoso tomo de casi mil páginas editado por Páginas de espuma (2020), que en palabras de su traductora Amelia Pérez de Villar, da cuenta de “un corpus titánico que contiene un universo titánico”.