En la presente selección poética, Josué Ramírez (Ciudad de México, 1963), entreteje un diálogo íntimo con la tradición poética castellana, desde el sueño radiante de Sor Juana Inés, las rimas imposibles de Ramón López Velarde, y un memorable encuentro con el poeta Gonzalo Rojas una tarde soleada de 1996. Josué Ramírez es una sensibilidad que despierta en medio de la llamarada negra que consume a los seres humanos, con la consigna de enfrentar las sombras. Una celebración al privilegio de estar vivos y un dejarse encantar nuevamente por el árbol, el colibrí y el vaso de agua. Es un poeta que se sumerge en las amarguras del mundo, para, al final del trayecto, proponer una luminosidad nueva: la bondad y la poesía.

“Vivir entre las páginas de un libro es vivir en un laberinto”, nos dice Pável Granados en esta excelente reseña de “Jorge Luis Borges”, libro de José Emilio Pacheco, que contiene las conferencias que pronunció el poeta mexicano en el Colegio Nacional con motivo del centenario del narrador argentino. Se trata de un homenaje a Borges por el autor de “Las batallas en el desierto”, pero a su vez, un reconocimiento de Pável Granados a José Emilio Pacheco: “el autor que elige minucias aparentes para confeccionar sentidos más amplios”. “Pacheco viaja por el laberinto que fue Borges: especula en torno a las circunstancias que dieron como resultado una literatura que llamamos Borges.”

Alejandra Trazos plantea el viaje como el encuentro con una realidad alucinada. Sus dibujos eléctricos, vertiginosos, nos hacen partícipes de esos lugares fascinantes que se despliegan ante su mirada. Nom Pen, la insólita capital camboyana, aparece con sus tonos ocre radiante, sus mercados de pescado, y sus calles, carnaval de motonetas que desfilan hacia un cielo impreso de purpúreo infinito. En estos dibujos queda esa sensación “sabiamente caótica” que, según Jorge Luis Borges, deja todo viaje. Es el delirio de la percepción concibiendo un nuevo paisaje.

“Conforme ha pasado el tiempo se tiende a ver el libro menos como un objeto, y más como una sustancia inmaterial que se vierte en un odre más o menos perdurable, más o menos costoso. Sin embargo, hablar de libro es una actividad, hoy, propia de seres nostálgicos que pretenden apresar entre las manos un objeto”. En la presente reseña, Pável Granados hace una lúcida lectura sobre Die Kurt F. Gödel Bibliothek, libro de ensayos que es un homenaje a la obra del artista Emilio Chapela, “W. Untitled Die Kurt F. Gödel Bibliothek”; un gran librero ficticio lleno de bloques de madera que simulan ser libros. A partir de este cruce interdisciplinario, Pável Granados reflexiona sobre el libro y su naturaleza que oscila entre la experiencia intelectual, el fetiche y un montón de papeles invadidos por amenazantes insectos.

En esta breve entrevista realizada por Eleuterio Gabón, se condensa la historia del Pueblo Romaní narrada por Cayetano Fernández, compañero de izquierdas y anticapitalista. Los primeros romas habitan territorios al norte del subcontinente indio, su lengua está enrraizada al sánscrito kalà. Su historia marcada por el nomadismo, debido a la marginación, las persecuciones y las expulsiones que han sufrido. Caminan en busca de la libertad, dejando como testimonio su himno: El Gelem (Anduve, anduve); su lucha social es por el reconocimiento cultural y político.

“El alma se muestra a través de sus muros”, dice Aldous Huxley en torno al rostro, es decir, que en él no únicamente se percibe la geografía expresiva exterior de una persona, sino que también se halla el rastro de su ser profundo. Esta idea la persigue Sebastián Coutiño en sus dibujos; trazos que son el asentamiento de una superficie, pero más aún, una excavación en busca de un significado, como quien busca un espejo debajo de un río. Es la materialización de una forma, y al mismo tiempo, el bosquejo de un camino posible: la ruta hacia el ser propio. Por eso Coutiño cuando piensa en la pintura no se detiene a hablar sólo de técnica, y prefiere enfatizar ese “instante de eternidad como expresión continua del alma”, comprendiendo que un trazo sobre el papel tiene como responsabilidad última la fijación de una presencia en el tiempo.

En los cuentos de Sergio Osorio (Estado de México, 1981), la fragilidad de la vida cotidiana se quiebra, dejando al descubierto los abismos de las relaciones humanas. En la presente antología, se aprecia un narrador de una luminosidad que, en su intento de alcanzar las frías periferias de sus propios recuerdos, deviene en sombra: casas cubiertas de humedad, “porque el sol no toca sus muros”; niños que padecen su soledad en medio de ambientes hostiles, o aquella mujer que no puede cuidar a sus hijos porque la depresión la tienen postrada en la cama. Sin embargo, este resplandor alcanza lugares del espíritu humano, que por su complejidad a menudo son inaccesibles. Se trata de un viaje por los subsuelos de esa normalidad de la vida ordinaria, que un día, sin previo aviso, nos enseña que todo es un engaño.

En la presente reseña, Pável Granados emprende dos búsquedas; la Europa comunista que Gabriel García Márquez visitó a finales de los años cincuenta, y el origen de muchas de las conceptualizaciones e ideas literarias que el escritor colombiano desarrolló años después en sus novelas más célebres. La impresión que dejó en el narrador un país como la Unión Soviética (ese mundo “desproporcionado y extraño”), lo situó en un plano donde lo exótico participaba en un juego de ida y vuelta. El paseo por territorios insólitos dejaron en el autor experiencias que con el tiempo se convirtieron en motivos literarios, pero también fue una suerte de espejo que lo puso enfrente de su propia riqueza imaginativa.