Entrevista realizada por Eleuterio Gabón en el Verano del 2014
Las resistencias por la justicia social
Durante 2014, Israel mató más palestinos que en cualquier otro año desde 1967. La mayoría de los asesinatos se produjeron durante la ofensiva israelí llevada a cabo durante los meses de julio y agosto de ese año. Ese mismo verano entrevistamos a dos compañeros valencianos que conocen bien la realidad de Gaza y Cisjordania respectivamente, por sus habituales viajes a estas tierras palestinas. Hablamos con David Segarra y Jorge Ramos sobre la historia de este conflicto, sobre la industria del terror israelí, la cultura de resistencia del pueblo palestino y la campaña de solidaridad internacional BDS: Boicot, Desinversión y Sanciones a Israel.
Los orígenes
“No estamos hablando de un conflicto religioso que se remonta dos mil años atrás, tampoco de un odio ancestral ni de un choque de civilizaciones, no es una guerra entre judíos y musulmanes.” Todo empieza en Europa en el siglo XIX. Nace entonces un movimiento nacionalista de espíritu colonizador que reclama la creación de un estado judío en la tierra de Palestina. “Este movimiento es el sionismo. Crean bancos, empresas, partidos, sindicatos y proliferan en labores diplomáticas.” En aquella época Palestina es parte del Imperio turco Otomano, imperio que se desintegra tras la I Guerra Mundial quedando Palestina bajo la administración colonial de otro imperio, el Británico que apoya ampliamente al movimiento sionista.
Tras la II Guerra Mundial el apoyo occidental se vuelca con las pretensiones del sionismo que ya llevaba años fraguándose. La Soha, el Holocausto judío a manos de los nazis sirve como pretexto para generar otra catástrofe: la Nakba, el nombre que dan los palestinos al nacimiento del estado de Israel en 1948, comienzo de su exilio y de su masacre como pueblo. “Sucedió que Reino Unido se desentendió del problema y pasó la causa a las Naciones Unidas para resolver el asunto del nuevo estado judío. Israel haciendo caso omiso de la débil recomendación de las Naciones Unidas para crear dos estados en Palestina, uno judío y otro musulmán con Jerusalén como capital internacional, funda su estado. Esto provoca una respuesta inmediata de varios países árabes que declaran la guerra a Israel que no obstante sale victoriosa.” La guerra del 48 provoca la división del pueblo palestino en dos zonas; Cisjordania bajo tutela de Jordania y Gaza por Egipto. “Cisjordania y Gaza reciben un aluvión de población palestina que se refugia por millones en estos territorios. En ningún momento Palestina ha tenido una autonomía propia, siempre ha dependido de extranjeros.” Estos dos países resistieron a Israel hasta la guerra de los Seis Días en 1967. Tras la guerra, Israel y Estados Unidos afianzan aún más su estrecha relación y la posición estadounidense en la zona se verá reforzada poco después con la alianza de Egipto en la década de los setenta.
Un estado racista y militar
Israel es un auténtico estado de apartheid que impide a más 800 mil expulsados y a sus 5 millones de descendientes refugiados durante los 60 años que dura su ocupación en tierras palestinas, volver a sus casas. Cualquier judío del mundo puede obtener fácilmente la ciudadanía israelí, cumpliendo unos sencillos trámites burocráticos puede establecerse en el país y recibir ayudas del gobierno. Sin embargo, los autóctonos de aquella tierra no pueden volver. “La libre circulación de sus ciudadanos dentro del territorio se segrega dependiendo de si uno es o no judío. Hay dos legislaciones diferentes dentro de las zonas controladas por Israel, una civil para los judíos y otra militar para los no judíos. Existen 5 tipos diferentes de documentos de identidad; para los judíos de pleno derecho, otro para palestinos israelíes con menos derechos (los no expulsados en el 48, entre un 15 y un 20% de la población), otro para los palestinos de Jerusalén que no pueden votar y por último otro más para los palestinos de Cisjordania y Gaza. Los matrimonios mixtos también están prohibidos. Hay carreteras y autobuses sólo para uso de ciudadanos judíos israelíes. Un millón y medio de palestinos de ciudadanía israelí tienen un sistema educativo hecho por sus colonizadores y en este sentido se están dando pasos para prohibir la enseñanza del árabe en territorio israelí.”
Es habitual confundir Israel con el judaísmo y el sionismo; sabido es que las palabras que sirven para aclarar y diferenciar, muchas veces se utilizan para confundir y manipular. “Israel es el nombre de un país, el término judío puede interpretarse como religión o cultura, mientras que al hablar de sionismo hacemos referencia a una ideología política de carácter racista. Son muchos los judíos de todo el mundo que se desvinculan de la intención de Israel de hablar en nombre de todos los judíos del planeta.” De este modo las manifestaciones judías en contra de las políticas del estado de Israel han aumentado en los últimos tiempos. Esto sucede en muchos países sin embargo dentro del propio Israel, la cosa es muy diferente; “hablamos de un estado con una sociedad de marcado carácter autoritario donde la diversidad se tolera cada vez menos. Hay un 80% de la población que apoya sin reparos los ataques a Gaza. Muchos se benefician de la estrategia militar de ocupación para adentrarse cada vez más en territorio palestino con la construcción de colonias. Se trata de una sociedad militarizada en la que tan solo una minoría se opone a las políticas de guerra; son los insumisos, los pacifistas o los llamados Anarquistas Contra el Muro.” Entre un 5 y 15% de la población de Israel.
Industria y negocio de la crueldad
La gran mayoría de las dictaduras militares que sufrió Latinoamérica durante el último tercio del pasado siglo contaron siempre con presencia israelí. “El Chile de Pinochet, el genocidio en Guatemala o lo Paramilitares en Colombia entre otros, contaron con asesores, militares y traficantes de armas israelís. El muro que se proyecta levantar entre México y Estados Unidos, es de diseño israelí, también los drones de vigilancia para Europa.” La complicidad con la UE es clave para el funcionamiento actual de Israel que es tratado como un socio preferente económica, empresarial y culturalmente.
La diferencia con otros conflictos es que las guerras antes o después acaban, sin embargo la situación de Palestina perdura en el tiempo, mejor dicho, es mantenida. “Esto permite la creación de toda una cultura de la represión y el control, un modelo colonizador exportable y que tiene gran éxito ya que está en permanente prueba, examen y experimentación.” Dado que hoy en día es muy difícil plantear una limpieza étnica, el objetivo israelí en relación con el pueblo palestino queda reflejado con el nombre de la doctrina militar que aplica: segar la hierba. “No hay una intención de ocupar Gaza si no que prefieren tenerlos controlados, pisoteados. Israel emplea la táctica de golpearlos duramente cada cierto tiempo, impidiendo que crezcan, llevándolos años hacia atrás con cada golpe. Destruyen colegios, universidades, hospitales, proyectos agrícolas o culturales son golpeados para dejarlos en coma hasta que vuelvan a recuperarse y ser nuevamente golpeados.” Se crea así un estado de guerra permanente que aunque nunca solucione el conflicto, permite a Israel tener el control de la situación.
Hay también otras razones por la que Israel no tiene intención de solucionar el conflicto sino que prefiere perpetuarlo. Israel es un gran exportador de armas pero sobretodo de conocimiento sobre el control social y no sólo para casos de guerra sino que sus técnicas son válidas para las modernas democracias occidentales. Israel tiene una alianza con los países de la OTAN en este sentido. Es un país proveedor de este tipo de negocios, es el gran laboratorio de pruebas de la industria armamentística a nivel mundial. “Muchas técnicas de control social que se aplican en España reciben asesoría y entrenamiento de Israel; cuerpos como los Mosos de Escuadra, la Ertzaintza o a Policía Nacional reciben cursos allí. En esos cursos pueden practicar con armas que han sido probadas en combate contra los palestinos, llegando a disparar hasta 2500 balas en dos semanas por las 75 que están permitidas en España para el mismo periodo de tiempo. Todo esto demuestra claramente que lo que les sucede a los palestinos allí lo sufrimos nosotros también y lo que permitimos aquí les afecta igualmente a ellos.”
Vivir como acto de resistencia
Palestina es un pueblo diverso con diferentes creencias, hay musulmanes, cristianos, ateos, hay varios partidos políticos de distintas ideologías, también distintos grupos guerrilleros. Por todo esto, sus formas de resistencia son igualmente diversas. “Lo que une a todos los palestinos es la defensa de su identidad, de su comunidad y de su territorio, todos coinciden en la defensa de la autodeterminación de su pueblo.” Desde siempre la colonización trata de dividir y romper la identidad del colonizado, sabida es la estrategia del divide y vencerás por eso la resistencia consiste en buena parte en mantener la unión del pueblo palestino. “Tradicionalmente se ha querido acentuar la división entre Fatah y Hamás y actualmente la unión de estos dos grandes partidos se ha visto como una de las causas del ataque que ahora vivimos. Pero la unión se da en toda la sociedad, la resistencia del pueblo palestino es la defensa de su cultura, de cada acto de la vida común.”
Los campesinos salen cada mañana a cultivar sus tierras y se enfrentan a los disparos de francotiradores que los acosan. “Seguir cultivando cada mañana es un acto de resistencia, reconstruir sus casas es un acto de resistencia, salir a pescar, no perder su arte, conservar su gastronomía, escribir sus saberes, su historia, las formas de resistencia son múltiples. Hay una defensa muy viva de la memoria de su cultura en la que la Nakba supone una de las claves para configurar su identidad.” Un ejemplo de esto son los barrios que se han ido levantando en los campos de refugiados y cuyas calles llevan los nombres de los pueblos y las ciudades de donde son originarios los refugiados.
Los compañeros tratan de acercarnos a la realidad de lo vivido en tierras palestinas describiéndonos cómo son sus gentes y lo próximos que son los pueblos del Mediterráneo. “Los medios los califican siempre como terroristas o víctimas sin profundizar en la humanidad de estas gentes. No son sólo víctimas, han mantenido su filosofía de vida arraigada a la tierra y a la comunidad. En particular la franja de Gaza recuerda a las huertas valencianas, los naranjos, limoneros, las higueras y los olivos; también el carácter y la alimentación son similares.” Para mostrar las similitudes entre su pueblo y el palestino, los compañeros recuerdan las luchas de la Punta en la huerta valenciana. “La ciudad de Valencia vive de manera individualista, hedonista incluso, es una sociedad fragmentada alejada de sus tradiciones, de la tierra, de su propia lengua. Sin embargo saliendo un poco de la urbe vemos familias viviendo ligadas a su entorno, cultivando la tierra, manteniendo sus costumbres, conservando su lengua viva. Esa forma de vida es un enemigo del sistema que quiere comerse todo, tratando de destruir las formas de vida propias, ya sea en el Amazonas o en el barrio del Cabanyal. Es el mismo monstruo con diferentes caras. Por todo esto, lo que he comprendido es que tenemos mucho que aprender de los palestinos como también de los campesinos de la huerta valenciana.”
La diferencia fundamental entre nuestros pueblos es que ellos llevan mucho tiempo bajo ocupación y esto ha creado una cultura de resistencia que les ha endurecido. “Las familias, las comunidades están unidas y son más cercanas a la tierra. Del mismo modo las motivaciones personales están orientadas por las motivaciones colectivas. Se parecen a un nosotros de hace 60 años porque aquí nos hemos ido alejando de nosotros mismos, de cómo éramos antes. Lo que se ha perdido por el individualismo y la modernidad allí está vivo.” Pero esto no es algo anecdótico, es la base de su resistencia. “Es mucho más fácil dominar a un pueblo individualista inmerso en la cultura del sálvese quien pueda. Allí ante un ataque, la comunidad responde conjuntamente lo que significa que nadie queda solo; los traumas, la tristeza, la pobreza se viven colectivamente. Esto es muy importante, fundamental.”
Una llamada a la solidaridad: el boicot y las brigadas internacionales
Ahmad interviene hablando desde Madrid donde sigue minuto a minuto la situación de su pueblo. Pertenece a la tercera generación de refugiados en Gaza donde permanece su hermano y otros miembros de su familia. “Israel ha visto su posición amenazada con las revueltas árabes por eso ha decidido lanzar una nueva ofensiva. La unión de Fatah y Hamás o el asesinato de los tres colonos israelís que luego se ha revelado como falsos son meras excusas de las que los grandes medios se hacen eco. Los medios tratan de mostrar equidistancia, hablan de conflicto entre árabes e israelís, de dos pueblos que se odian y piden que dejen de matarse y que haya paz. Esto es como si pedimos que un violador y su víctima dejen de forcejear, dejen de pegarse, se está obviando la desigualdad, la iniciativa del que agrede y el derecho a la defensa de quien es atacado sistemáticamente.” De las víctimas recientes, 50 son israelíes de los cuales el 90% son soldados, mientras que en Gaza hay más de mil muertos palestinos muchos de ellos niños.
Pero la ofensiva actual no es nada nuevo; el problema es que el pueblo palestino está muriendo día a día desde que se ha visto sometido al bloqueo por parte de Israel que comenzó en 2006. “No se permite la entrada de alimentos, medicinas ni materiales de construcción y la franja se convierte en una enorme cárcel al aire libre donde parece mejor morir por las bombas y con las cámaras delante como ahora que agonizar en el silencio que produce el bloqueo. El pueblo palestino está pidiendo una vida digna y para ello hay que acabar con el bloqueo.”
En este sentido nace la campaña de presión internacional BDS (Boicot, Desinversión y Sanciones a Israel). Es una iniciativa que surge desde dentro ya que se trata de 170 asociaciones palestinas que piden la respuesta y el apoyo internacional. “Surgió en 2003 para cumplir con los derechos humanos y la legalidad internacional haciendo presión contra Israel en todos los campos: económico, comercial, cultural, institucional, sindical, académico… La presión contra Israel busca acabar con el bloqueo al que tiene sometido al pueblo palestino.”
Otra medida solidaria es la de los brigadistas internacionales. A través de la asociación Unadikum, los voluntarios acompañan a los campesinos a cultivar sus tierras para evitar que los soldados israelís les ataquen. “La presencia de internacionales con megáfonos y señalización los disuade, la eficacia de esta estrategia está demostrada ya que hasta el momento no ha habido heridos ni entre los campesinos ni entre los brigadistas.” Hay incluso quienes en momentos de guerra actúan como escudos humanos protegiendo ambulancias.
Para terminar los compañeros se despiden con una nueva llamada a la solidaridad internacional. “Durante el nazismo se decía que la gente no sabía lo que estaba ocurriendo en los campos de concentración; hoy vemos en directo las masacres por la televisión. Ir a Gaza o Cisjordania no es sólo una cuestión de ayudar a quien lo está necesitando sino también una experiencia para aprender uno mismo junto a los otros, a ser y sentirse más humano.”
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Eleuterio Gabón
Comunicador social y reportero, miembro de Radio Malva ha publicado en varios medios alternativos como El Salto, Rebelión o Contagio Radio en Colombia. Ha publicado el libro de crónicas valencianas “Del Mort al Degollat” en 2010 y “Caminar la noche: 40 voces del activismo internacional” de la editorial Descontrol en Barcelona 2017.
Milagros Arias Secada
Nacida en Perú de 1984, actualmente vive en Valencia, España. Escultora de formación, realizó el Máster en Producción Artística, en la especialidad de Pensamiento crítico y Espacio público: Paisaje y Naturaleza. Camino a ser diplomada en Sostenibilidad, Ética Ecológica y Educación Ambiental. Su vida está principalmente orientada al arte producido a partir de materiales naturales; el dibujo, el tejido, entre otros como el vídeo y la instalación, laborando a partir de su cosmovisión andina y las éticas ecosociales; novata hortelana.