Fondo de Cultura Económica, 83 años

Leopoldo Lezama

A lo largo de más de ochenta años el Fondo de Cultura Económica ha detenido el tiempo para recuperar los instantes en que se ha formado el pensamiento contemporáneo. La revisión crítica de la historia, el análisis filosófico, la investigación y el rescate de las culturas antiguas, la elaboración de estudios sobre el comportamiento de las sociedades, la divulgación de admirables obras literarias, son tareas que esta casa ha realizado. Ha reunido con criterio impecable las diversas manifestaciones de una comunidad creativa, ha abierto el aula universitaria para los lectores en castellano, ha sido la academia que por décadas viene diseñando el coloso imaginario de la América hispana. Breviarios es una de las mejores colecciones que ofrecen un amplio panorama de la cultura universal; la Gaceta es una de las más notables publicaciones periódicas nacionales; Letras Mexicanas ha publicado varias de nuestras obras mayores; aquí están los libros de nuestros grandes poetas: Sor Juana Inés, Ramón López Velarde, Octavio Paz, Xavier Villaurrutia, Gilberto Owen, Jorge Cuesta, Enrique González Martínez, Rubén Bonifaz Nuño, Efraín Huerta, Marco Antonio Montes de Oca, Tomás Segovia, José Emilio Pacheco, José Gorostiza; aquí Alfonso Reyes dejó una de las obras capitales del siglo xx, Juan José Arreola instauró una manera de hacer cuento con su Confabulario, y en septiembre de 1954, Juan Rulfo entró a la oficina de Alí Chumacero con 127 cuartillas mecanografiadas de una de las novelas más bellas escritas en castellano: Pedro Páramo.

Al tiempo de abrir un espacio donde se expusiera el espíritu nacional y americano, el Fondo de Cultura logró lo que imaginaron los pensadores ateneístas y los poetas del grupo Contemporáneos: la creación de un gran canal que trajera las manifestaciones más importantes de Europa. De esta forma, a las primeras traducciones de libros de economía hechas por Antonio Castro Leal, Salvador Novo y Alfonso Reyes, el proyecto editorial se extendió hacia muchas otras áreas del quehacer intelectual. Entonces (sólo hay que recordar los espléndidos trabajos de hombres como Samuel Ramos, José Gaos, Manuel Sánchez Sarto, Wenceslao Roces y Antonio Alatorre), en el Fondo de Cultura se hicieron magníficas traducciones de Karl Marx, Thomas Hobbes, Max Weber, Bertrand Russell, Michel Foucault, Eric Fromm, Jean Piaget, Martin Heidegger, Elias Canetti, Norberto Bobbio, Isaiah Berlin, Jürgen Habermas, Tzvetan Todorov, Paul Ricoeaur, George Steiner, Gaston Bachelard, Mijaíl Bajtin, Claude Lévi-Strauss, entre muchos otros.

Lo que en un principio comenzó como un surtidor de libros para la antigua Escuela Nacional de Economía, creado, entre otros, por Daniel Cosío Villegas, pronto se transformó en un enorme organismo desde el cual, y hasta la fecha, ha adquirido forma el torrente intelectual del último siglo. Mediante el cultivo de la sociología, la pedagogía, la economía, la antropología, la literatura, la ciencia política, la filosofía, la historia del arte, la ciencia, el Fondo de Cultura Económica le ha dado un digno cauce al pensamiento contemporáneo. Si ha habido durante el siglo XX y lo que va del presente alguna expresión del alto espíritu, ésa ha sido reflejada en el Fondo de Cultura, el lugar donde la inteligencia, la sensibilidad y el ansia de integración ha vuelto tangible el carácter de la cultura universal.

La raíz crece, se bifurca, las eras detenidas se esclarecen, brindan sus más brillantes resúmenes: el puente colgante que va del tratado a la teoría, del análisis al verso. Los siglos corren, el intelecto se vierte sobre materia fija, y el Fondo de Cultura Económica es ese viejo maestro que ha labrado zonas fértiles para el pensamiento. El alma imagina, formula una marea para saciar la sensación de vastedad, el infinito percibido como una planicie transitable. Entonces el tiempo reposa, visualiza tierras a lo lejos… la memoria levantó una fortaleza. No hay en nuestra lengua una casa editorial donde el alto pensamiento haya construido tan magistralmente la imagen fiel de nuestra cultura, y donde haya quedado, tan claramente definido, el registro de una civilización que se construye.

Algunos títulos históricos publicados por el Fondo de Cultura Económica:

 

Pedro Páramo, Juan Rulfo, 1955.

Pensamiento y poesía, María Zambrano, 1939.

La poética del espacio, Gaston Bachelard, trad. Ernestina de Champourcin, 1957.

El ser y el tiempo, Martin Heidegger, trad. José Gaos, 1951.

El Capital, Karl Marx, trad, Wenceslao Roces, 1946.

Confabulario, Juan José Arreola, 1953.

Obras, Xavier Villaurrutia, 1966.

Economía y sociedad, Max Weber, trad (varios), 1944.

Historia de la locura en la época clásica, Michel Foucault, trad. Juan José Utrilla, 1967.

Toda la luz, Esther Seligson, 2006.

Erasmo y España, Marcel Bataillon. trad. Antonio Alatorre, 1950.

El libro vacío, Josefina Vicens, 1958.

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