Goeychivo

Por César Oliveros

Hace poco vi Los perros no usan pantalones (Koirat eivät käytä housuja) del director J-P Valkeapää, que aborda diversos temas como: la soledad, el duelo, la búsqueda incesante del amor finado y sobre el miedo que provoca no encajar en los parámetros de una sociedad conservadora y recatada -que en la práctica sabemos que esto es mera hipocresía y una herencia absurda colonial, religioso/oscurantista-. A medida que avanza la película, el protagonista se percata de que le excita que lo dominen, lo humillen, lo asfixien, escupan y hasta que le saquen los dientes. Por medio de este camino de dolor, entrega y sometimiento recupera la pulsión de vida y su vitalismo, incluso se vuelve a enamorar (de la dominadora/terapeuta). Podría sonar “enfermizo”, suicida o adverso al goce dentro de los parámetros establecidos. Pero más que escandalizarnos, habríamos que entender que hay personas que no desean la aceptación o cumplir con cánones sociales; a veces es todo lo contrario, deliberadamente retan y estiran los estándares estéticos haciendo cosas “repugnantes”. En la música, géneros como el death metal, gore, el grindecore, powerviolence, el mincecore… exaltan lo más abyecto de la especie más abyecta: los humanos. Algunas veces estos estilos hacen una crítica desde posturas políticas como antifascistas, antiespecistas, anarquistas … y en otras ocasiones la crítica viene de manera más nihilista, irónica y burlona. Como es el caso de la banda campechana que nos ocupa: Goeychivo.

Podría pensarse que estas corrientes como el powerviolence/mincecore no tienen muchas posibilidades de salirse de fórmulas efectistas, pero, en el caso de Goeychivo se nota que, fortuitamente o intencionalmente, van más allá de lo intuitivo de “jóvenes enojados”, tal vez por su influencia de la música electrónica experimental dura e incluso de la cultura hip-hop (horrorcore). Suenan a que han crecido escuchando sin prejuicio el bombardeo actual de géneros y subgéneros que llega a volvernos generaciones sobresaturadas pero que en ocasiones se puede traducir en proyectos interesantes como éste. El dúo se vale del bajo, la batería y voces procesadas para hacer piezas rápidas, divertidas (en parte por los sampleos que usan en algunas canciones) minimalistas, pero barrocas al mismo tiempo como lo es su gráfica; blanco y negro basta, pero con una tipografía vomitada propias del grindcore o el black metal.

Malora es su primer material en físico, editado por ellos mismos (maquilado con sus manos, sus stickers y con sus latas de aerosol) y Stupid Decisions, sello independiente que apuesta por géneros que van del pop, al folk y últimamente proyectos de noise, powerviolence y speedcore. Siete tracks que entre todos no rebasan los 10 minutos, esto es garantía en un buen disco powerviolence. Las letras hablan de excremento, pizza, pus, necrofilia, malacopas y gente que fuma piedra en cráneos. Tienen una narrativa grotesca y cómica como si fuera una mala/buena película de corte Serie B. La banda aparentemente no tiene pretensiones intelectuales ni profundas, pero refleja el hartazgo frente a una sociedad absurda, conservadora, violenta, consumista y moralista que poco ha cambiado y evolucionado como se cree ingenuamente. Los gritos y el ruido desbordado de Goeychivo puede llegar a ser terapéutico, como la degradación y los golpes fueron para el personaje de “Los perros no usan pantalones”, tal vez la realidad sólo se pueda enfrentar y asimilar de esta forma cáustica.

Me sigue sonando en la cabeza esta banda y sobre todo su canción: “¡Cállate mierda!”. Apoyo esa idea con vehemencia. ¡Que se callen todos mierda! Sólo un día al menos. También me recordó el manifiesto del filme Acción mutante, que más o menos dicta:

La sociedad nos trató como mierda y ahora les vamos a dar por el culo.

El mundo está dominado por niños bonitos, basta ya de mierdas light.

Basta ya de colonias y de anuncios de coches.

No queremos oler bien. No queremos adelgazar.

Todo el mundo es tonto o moderno”.

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MÚSICA FEA

“Música fea”, Albania Juárez, 2020.

 

¿Qué pasa si lo que buscan algunas personas es lo cacofónico, la disonancia y la arritmia?

César I. Oliveros

Nació en la Ciudad de México. Estudió Relaciones Internacionales en la UNAM y se especializó en Derechos Humanos. Nunca ha ejercido su carrera. Desde hace quince años se ha desempeñado como librero, pasando por varias librerías y editoriales.  Actualmente trabaja en EXIT, espacio especializado en libros de arte contemporáneo, libros de artista y fotografías de autor. También ha formado parte de varios proyectos de música experimental enfocada al noise, grind core, free jazz y música electrónica. Tiene un sello con dos colegas que edita en formato cassette desde hace cuatro años llamado Dorados Pantanos y participa en el colectivo RHUINAS, que procura hacer eventos en lugares pequeños con artistas locales y de otros países a precios accesibles. La intención es crear una comunidad más abierta a la experimentación audio visual.

 

Albania Juárez

Nació en la Ciudad de México, estudió la licenciatura de Letras Modernas Francesas en la UNAM, se especializó en crítica literaria y posteriormente realizó la carrera de artes visuales en la ENPEG La Esmeralda. En el 2015 obtuvo la beca de Baden-Württemberg para terminar sus estudios en la Kunstakademie de Karlsruhe en Alemania, donde tuvo sus primeras muestras individuales de pintura, dibujo y arte sonoro. Su obra explora los conceptos de mística, la arqueoastronomía y los atributos mágico-religiosos de la herbolaria mexicana.

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