“Como si no quisiera morir”, con ese peso en la espalda que significa forzar la vida a su último instante, así se escucha la voz doliente de René Morales en este libro lúgubre y luminoso. ¿Qué leemos en Texas I love you? Texas, estado de donde proviene el linaje de algunos de los presidentes más sanguinarios de las últimas décadas. ¿Qué hay en el trasfondo de esta fábula negra de la vida y la muerte?
El racismo que Estados Unidos ha ejercido sobre los países del sur no es cosa nueva, pero en los años recientes se ha recrudecido. Hoy, no obstante, se trata de una política que, debido al fenómeno migratorio, ha concentrado en México y Centroamérica su discurso agresivo: la frase America first podría verse como un slogan de campaña, un guiño de nacionalismo extremo, pero en medio de los estertores agónicos de la potencia americana por conservar su hegemonía, debemos leer estas palabras desde el desastre humanitario que significa la supremacía de un país sobre otros.
En este contexto aparece Texas I love you, cuyo tema es las ejecuciones de latinoamericanos por pena de muerte en el estado vecino, célebre por su legislación homicida. Morales retoma los expedientes de muchos condenados desde mediados de los años ochenta hasta el 2012, y con ese material crea un coro de voces que hablan desde la muerte: historias de pobreza, marginación y violencia; “el sueño americano como pesadilla”, apunta Nervinson Machado en la nota preliminar. Así, escuchamos a Rubén Cantú, aprehendido por robar una casa: “Ni los dioses ni nosotros/ seremos los mismos/ al terminar el día”. Escuchamos a James Martínez hablarle a su esposa: “Te prometo que volveré a casa temprano/ tocaré la puerta del departamento 404A/ y te diré que no ha pasado nada nuevo/que estoy un poco cansado…” Es una poesía que le da voz a los muertos y, al mismo tiempo, expresa el sentir de los migrantes enjuiciados: “Quiero decirle una sola cosa: yo también soy una víctima, igual que usted… pero vamos, no se asuste/ ahora se lo dice un fantasma”.
Y Morales le da voz a aquellas almas archivadas en un peligroso silencio; si tomamos en cuenta que lo propiamente humano nos concierne a todos, como afirmó el antiguo filósofo de Éfeso. La única diferencia sería que algunos tuvieron la legalidad al alcance y otros no. No todos tuvieron la celebridad de un O.J.Simpson o el poder de un George W. Bush, tan criminal uno como el otro (ambos protegidos por la justicia). Algo de esta tétrica contrariedad la retoma con ironía René Morales al recordar las palabras de la exgobernadora de Texas Ann Richards: “Hemos hecho lo mismo que cualquier hombre, la única diferencia es que nosotras lo hemos hecho con zapatillas”.
Es decir, que los actos no tienen género, y por lo tanto tampoco estratificación socioeconómica. Y esto nos introduce en un problema ético y de impartición de justicia para los tiempos presentes y por venir. Porque no menos asesino es Carlos Deluna o Eliseo Moreno o Rubén Cantú (o cualquiera de las voces de criminales que se registran en este libro), que el exmandatario Barack Obama. La diferencia está en que unos son vilipendiados y humillados, y sus cuerpos sometidos a la silla eléctrica, y otros despedidos con honores. El poder hace la diferencia.
America first, dice el slogan genocida; los otros, el resto… ya veremos. Ya esperarán en el celda la víspera, y tendrán tiempo para “arrepentirse” mientras en Libia y en Afganistán y en Irak y en Palestina caen las bombas para “salvar” a los pueblos de “gobiernos tiránicos”.
Madre, si te preguntan por mí
diles que he muerto
destrozado por dentro
que fui el más grande hijo de puta que hayas conocido en tu vida
robé, asesiné y violé
que en el último momento
estaba triste […]
Diles que no pregunten más
que tú apenas me conociste…
Pero no preguntar por los otros muertos (los indiseables) sería una especie de auto-olvido. Porque lo humano es uno y es común a todos, la muerte no debiera estar determinado por otro criterio que no fuera lo terrible de la muerte misma.
La muerte no sirve para nada
un cadáver sólo estorba
del muerto sólo queda su ropa
un par de objetos que no le importan a nadie
y esos restos de piel que hay que enterrar pronto.
En el fondo, la de René Morales es una poesía que encuentra en la compasión una forma de devolver dignidad a la muerte forzada; porque, en estricto sentido. ¿cuál sería el tipo de justicia que remedia la muerte con la muerte misma? Entonces sería sensato pensar (¿cuántos siglos habrán de pasar para ser concientes de ello?), que la víctima es quien recibe el mal pero también quien lo comete. Porque tú y yo, y ustedes y nosotros también seríamos las víctimas de un una visón genocida de la justicia.
Antes de que siga leyendo
cierre los ojos
e imagine que está usted en mi lugar
¿verdad que soy inocente?
El señor L.
- René Morales, Texas I Love You. Anónima Editores, 2018.
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René Morales Hernández (Ocozocoautla de Espinosa, Chiapas, 1981). Poeta. Licenciado en Lengua y Literaturas Hispánicas por la UNAM. Ha publicado en las revistas Solario, Viento en Vela, Lenguaraz, Shampoo, Punto de Partida y Alforja, así como en los periódicos Diario de Chiapas y El Universal. Becario del PECDA Chiapas (2014). Becario del Fonca, en el programa Jóvenes Creadores, (2015). Ha publicado, entre otros, Bestiario del perro (2009) y Luz silenciosa descendiendo de las colinas de Chiapas (2018), con el cual obtuvo el Premio Mesoamericano de Poesía Luis Cardoza y Aragón 2018, otorgado en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guatemala.
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El señor L es reseñista. Ha tenido dos brotes psicóticos, uno afortunado y otro desastrozo. Dejó de experimentar con substancias psicoactivas desde que amenazó de muerte a un agente de la policía de investigación de la Ciudad de México (PDI). Por cuestiones extramaritales se refugió en Cuba perseguido por un exjefe que tenía relación con un cartel del narcotráfico. Hizo importantes esfuerzos de gestión para que el Patronato de la Parroquia Santiago Apóstol Tepalcapa del Estado de México donara recursos económicos para ayudar a adictos locales. Fue Enlace de Reclutamiento de Personal Sustantivo en la Procuraduría General de Justicia (PGJ) y Agente Federal de Migración en el Instituto Nacional de Migración (INM). Fue técnico de control de plagas y encargado del sistema de audio en el Hotel Sheraton. Actualmente practica la meditación y corre los 10 km . Tiene un libro en preparación: Nuevo tratado de la locura. Autobiografía psicótica.