Chamanidad de un artista, habitante de bosques místicos

"Adentro, my deer" / 2020 / grafito / 50cms x 40cms

Por Albania Juárez R.

 

 

 

 

“La estética termina en la mística”.

Ludwig Josef Johann Wittgenstein

 

 

Era invierno, era Pfalz y su tétrica neblina. Las ramas hablaban solas, conversación entre pinos, robles y abedules. ¡Shhh! Una orquesta de lluvia. Ojos cerrados y un tiro de flecha inesperado. Algo me atravesó el pecho, luego me encontraste tú, -parecías dormida sobre la nieve- dijiste. Existe la sensación de no poder ver cuando se siente que hay algo más de lo que se alcanza a mirar. En los momentos de profunda intimidad, viene el presentimiento de algo que se esconde a mi alrededor, pero que desea ser contactado; quiere tocarnos a través de un deseo extraño que provoca, un deseo cálido y apasionado de estudiar las fuerzas de la naturaleza y encontrar la explicación de un Todo. Aquello oculto recuerda lo olvidado, nos da la sensación de lo que realmente somos… algo se encaja en nosotros. Quizá la expresión artística es la inocente mirada de aquello, mi tiempo absorto tratando de alcanzar ese “algo” en cada trazo penetrado en mi pecho para llegar a lo incrustado. Un conjuro de tiempo y deseo donde descubro viendo que se puede ver –aquel día  el misterio se disparó–. 

Hablar de este “algo”, de este otro mundo sensible es reconocer la existencia de realidades alternas que, por muy extravagante que suene para algunos, estas ideas han existido desde siempre en culturas como la nuestra, ejemplo de esto es la tradición chamánica, puente entre los mundos visible e invisible. Sin embargo, ¿cómo estudiar los fenómenos del mundo sensible dentro de un mundo moderno en pos de la objetividad? ¿De qué nos hablan aquellas otras realidades? ¿Acaso no son espacios fértiles para una posible educación estética nutritiva para el arte y la sociedad? ¿Podría la mística ser fundadora de la identidad espiritual en los movimientos artísticos contemporáneos? ¿Sería un camino posible para restaurar y resignificar el rol del arte en el mundo actual y ayudar a poetizar la razón, predominante en esta era, sin que deje de ser razón?

El mundo del conocimiento actual coloca a la racionalidad como el criterio predominante para decidir qué enunciación es tomada en cuenta y cuál no. No obstante, si la ciencia, por ejemplo, es una disciplina autocuestionable, entonces ¿por qué no validar aquello que es nombrado como lo sagrado? Ambos son conocimientos falibles. El misterio no tiene sentido si el mundo en el que vivimos es un mundo donde la ciencia se presenta a sí misma incuestionable, aquello es imposible, aunque el sistema en el que existimos se esfuerce en aparentarlo. La objetividad cientificista ha reducido lo que se desarrolla al interior del espíritu humano. Este escrito se suma al intento de recuperarse como unidad en este tiempo dividido en especialidades y existencia, sólo con el fin de recordar que estamos conectados.

Pensando en los preceptos occidentales del saber intelectual, para los griegos y, específicamente, los Pitagóricos, la búsqueda del conocimiento era la forma de realizarse plenamente. Sin embargo, evolucionó a una modernidad que consideró a la naturaleza un objeto del sujeto humano;   escindido de este discurso la búsqueda del lenguaje de lo sagrado. Se creó distancia entre el conocimiento y lo divino, lo divino considerado como “el fenómeno que ahonda en el misterio e invoca a la expresión para descubrirlo” (Zambrano). La naturaleza es, además de muchas otras cosas, el Todo de donde surge el ser humano como fruto y no causa de ella, es el espacio donde se resguarda lo sagrado.

Las raíces rituales del arte están estrechamente ligadas a la mística, es decir, a lo invisible atrapado actualmente en lo religioso, es importante señalar que, aún hablando de lo “divino”, lo “sagrado”, lo “oculto”, la mística a la que me refiero se encuentra fuera de toda connotación religiosa y se apega más a cierta espiritualidad salvaje o profana posible en todo ser humano. Así pues, para acercarnos a aquellas raíces es necesario trascender el concepto moderno de naturaleza y explorar nuestras cosmovisiones interiores,  diferentes a lo que heredamos desde esta epistemología moderna. José Benítez Sánchez, chamán wixarika, relata  uno de los varios mitos sobre el origen del mundo conservado dentro de su tradición:

Aquí vemos el principal Tuamurawi. Él estaba solo cuando inició su trabajo, y al ver que él estaba lleno de semillas. Y así como lo vemos, él fue el señor que pudo hacer nuestra vida. Al llegar a Ixuapa -vida que estaba cerrada de oscuridad- y al mismo tiempo escuchó en su nierika. Era como un remolino que respiraba y Tuamurawi pide una cola de venado que asimismo hablaba, pues bien: “Yo soy Tatutsi Maxakuaxi. De donde vienes, vienes pisando en un pecho. Al llegar a donde vamos, la luz, tienes que entregar toda la semilla y lo tiene[s] que buscar donde puedes estar”. Cuando llegó el tiempo sintió que se estaba por que aparecieran las cosas en este mundo. De ahí tuvieron que salir muchas cosas para que esto viviera. De su iyari es [de] donde viene esta vida, así como la reconocemos. De este mundo. (Neurath, pág. 87)

“Un chamán cuenta un mito si le preguntas sobre el sentido de la muerte”, dice el filósofo latinoamericano Enrique Dussel, por medio de ellos da sentido a la vida, no es necesario que sean probados, la importancia de ese sentido dado radica en el desarrollo de la capacidad humana para sentir experiencias trascendentales, mismas que llevaron al entendimiento de los principios y leyes básicas de nuestra hábitat con las cuales aún sobrevivimos, mismas que posteriormente nos llevaron  a la creación de las ciencias. Sin embargo, existe otro tipo de sentido proporcionado por el relato mitológico actualmente fracturado por la cotidianidad contemporánea, el sentido estético.

La estética, según el filósofo, es una intención de sentido sobre un objeto, un sentimiento hacia una cosa, la cual posibilita la apertura de un mundo cotidiano, ese mundo cotidiano puede o no contener el sentido de belleza. La belleza es una apertura emotiva hacia un mundo complejo, así es como somos “emotividad inteligente” (Dussel, pág 31). La unidad carnal asimila esos objetos llenos de sentido, a través de los cuales la belleza se moviliza y mantiene a su vez una conversación con los espíritus. La naturaleza es el espacio creativo de las formas de vida traducido en relato u obra por el chamán o el artista. Por medio de la experiencia sensual del espacio habitado, el ser humano crea, es decir, nuestro mundo natural es en nosotros mismos  y en el entorno al ser dotado de sentido, entonces el objeto tiene la posibilidad de cobrar vida por medio de una traducción de sí mismo y convertirse en arte.  ¿Por qué nos sigue emocionando la belleza de los astros y el color azul profundo de la noche si los hemos visto durante siglos?

La belleza tiene que ver con aquellas cosas que nos permiten vivir, son transformadas en mediación para la vida, permite al sujeto experimentar la realidad como existencia viva. La belleza no es cualidad de la cosa, [al igual que la naturaleza no es objeto del sujeto humano]; la cosa en sí no es lo real sino que se constituye en la interioridad de la subjetividad humana dentro del mundo, pero como un pacto que se expresa en la pasión de la alegría originada por la posibilidad de poder seguir viviendo. (Dussel, pág. 33 )      
   

Justamente ese pacto es el trato con nosotros mismos y el cosmos, es aquí donde  lo sagrado se presenta y acompaña, aquí adentro, hundido en pequeños latidos  bajo la profundidad de bosques místicos, en donde la naturaleza nos repite en el misterio: “yo soy tú, tú eres yo… devenir. ¡Ven!”.

El chamán lo escucha y a través del ritual celebra el pacto, pero ¿el artista? Rothko, pintor que con sus creaciones iba en búsqueda directa de lo “sagrado”, señaló a propósito del trabajo del artista que:

Cuando deseamos expresar concretamente la imagen de un sentimiento intenso, hablamos, por ejemplo, de “sentimiento profundo”, o de “penetración” en el conocimiento o revelación, lo cual significa el corrimiento de los velos, que implica la emergencia de la profundidad hacia el conocimiento frontal o el desvelamiento de lo que estaba oscurecido detrás de ellos […] Es decir, la expresión de hacer claro lo oscuro o metafísicamente de hacer próximo lo remoto con el fin de traerlo hacia el orden de la comprensión humana e íntima. (Vega Esquerra, pág. 108)  

El misterio de lo natural en el mundo que ahonda en nosotros y en prolongación se expresa con el arte, posee la categoría de revelación. Los chamanes mantienen en su espíritu la vitalidad de la mitología, viven la realidad de su cultura y sus creencias. El concepto del alma es fundamental para comprender cómo ocurre la inspiración espiritual y desvelarla. Eligio Carrillo, chamán y artista wixarika, al hablar de su proceso artístico cuenta “ver” imágenes particulares, “escuchar” y mantener una conversación con los espíritus. Este contacto entre él,  los dioses y los lugares sagrados se transforma en creatividad viva repleta de percepciones sensoriales sinestésicas y animistas.

Iyari, eso significa el aliento, el aliento de los dioses. . . . Dios manda el poder para seguir viviendo. Y es lo que te guía. [Lo] que te hace capaz. Es lo que te protege. El iyari. Es el pensamiento que te da ideas y todo. En español dicen “corazón”, “alma”; en Huichol, decimos “iyari”. Es el poder que es la respiración de todo el cuerpo. Después, surge [la idea] y luego están listos [para hacer arte]. Así es como es, pero con el poder de los ciervos, con el poder de los dioses. Es porque han dado su poder que puedo hacer esto. Eso que viene de ellos es como si lo vieras, lo vieras y se quedara sentado en tu cuerpo. Eso es lo que puede ocurrir en la pintura de hilo. Para hacer diseños porque lo llevas en tu mente. Ellos [los dioses] dicen a usted una cosa y sale [en el arte]. Se abre uno entonces, para poder hacer eso y ahora sale de ti, como una cinta grabada. (MacLean, pág. 113)

Este proceso artístico: el chamán-artista, se enuncia como una manifestación mística revelada, a través del arte, semejante al proceso de contacto y revelación descritos por Rothko. “El arte huichol no es sólo una oración visual, sino una demostración de que la visión existe. El artista ideal tiene la obligación de explicar a otros su visión. La pintura de hilo es una forma de hacer esto” (McLean, pág: 202). Así, el antropólogo Johannes Neurath escribe:

El proceso que lleva un artista a crear una obra de arte sí se asemeja a aquel que experimenta el iniciante o aprendiz de chamán para obtener el nierika, [o] el “don de ver” [reconocido por otras culturas ancestrales]. […] la existencia ordenada y estructurada, la luz, el retoño, no son algo dado, sino que requiere de una búsqueda continua por parte de los iniciantes. […] De la misma manera en que el chamán logra conformar un mundo con su fuerza mágica visionaria, el artista -quien tiene una visión y la plasma en un cuadro o en una escultura-, logra que el cosmos ordenado continúe existiendo. La labor de ambos es similar, salvo que el artista no alcanza el mismo grado de iniciación (Johannes Neurath, pág. 84).

De esta manera, la chamanidad (término que permite marcar la diversidad  del carácter chamánico de cada cultura, según el etnólogo Mihály Hoppál y otros), en este caso manifiesto en el/la artista, implica no concebir la imagen únicamente como representación. Hay un nivel de lectura donde no existe una diferencia entre significado y significante. La expresión es lo sagrado oculto que se revela a él y a quien tiene contacto con la obra, las piezas no son objetos estáticos, sino que nacen con vida en el ritual de la creación.  Su mística: la belleza, el pacto entre humanos y dioses, lo sagrado, la tierra, vislumbra un punto de arranque. Como ha propuesto Dussel, de la revelación-revolución para ir más allá de la misma modernidad.

Así un sueño: donde los bosques místicos se presentan a través de mil voces artísticas recuperando complejas conexiones olvidadas, recordando que “somos hijos de la tierra”, diversidad de estéticas, cosmovisiones distintas necesarias en toda disciplina y conocimiento. ¿Podría esta chamanidad traer de vuelta la divinidad del medio invisible, el medio invisible entendido como el alma de nuestra hábitat -la naturaleza-, y darle forma e importancia en nuestras conciencias?

El arte wixarika desarrolla un canal de comunicación con los dioses y refleja a otros los resultados del intercambio. Tanto los dioses como los individuos tenemos iyari (alma/corazón), idealmente los dos estamos vinculados por un puente. El ideal estético de nuestras cosmovisiones tradicionales está representado por un artista hijo de la tierra, ¿cuál es el ideal estético de nuestro mundo moderno, del arte contemporáneo? ¿Qué resultados habría en nosotros si los procesos creativos adoptaran en su quehacer conceptual y empírico estas cosmovisiones de ser uno con el cosmos? ¿Si el arte da cuenta de la amplitud de lo que sucede en el espíritu humano y la ciencia lo objetiviza, por qué no deshacer fronteras? ¿Qué provocaría aquello en nosotros?

Era invierno, era Mizamitla y su fértil tierra. “Ven, ¡ven!”- repite ella en el misterio entre milpas, pinos y volcanes; quizá la mística del arte se manifieste, quizá en sistema neuronal desde una ecología más amplia, con una educación sentimental y una holística científica: ¡En una unión incomparable! Quizá…

 

Bibliografía:

-Dussel, ENRIQUE. Siete hipótesis para una “Estética de la liberación”. Argentina: Cuadernos Filosóficos. Segunda Época, XIV, 2017 

-Hulin, MICHEL. La mística salvaje. París: Siruela,  1993.

-MacLean, HOPE. The Shaman’s Mirror. Visionary art of the Huichol. Estados Unidos: University of Texas Press, 2012. 

-Neurath, JOHANNES. La vida de las imágenes. Arte Huichol. México: CONACULTA, 2013.

-Vega Esquerra, AMADOR. Sacrificio y creación en la pintura de Rothko. Madrid: Siruela, 2010.

-Zambrano, MARÍA. El hombre y lo divino. México: FCE, 2000.

 

Créditos de texto e imagen:

Albania Juárez

Nació en la Ciudad de México, estudió la licenciatura de Letras Modernas Francesas en la UNAM, se especializó en crítica literaria y posteriormente realizó la carrera de artes visuales en la ENPEG La Esmeralda. En el 2015 obtuvo la beca de Baden-Württemberg para terminar sus estudios en la Kunstakademie de Karlsruhe en Alemania, donde tuvo sus primeras muestras individuales de pintura, dibujo y arte sonoro. Su obra explora los conceptos de mística, la arqueoastronomía y los atributos mágico-religiosos de la herbolaria mexicana.